Si de los gobiernos quitamos la justicia, en que se convierten,
si no, en bandas de criminales a gran escala. Esta frase la leí hace tiempo,
que bien me viene ahora haberla descubierto, porque así entiendo actualmente a
los gobiernos de Europa, hombres que se reparten el botín, y que hoy buscan un
jefe pare ser más fuertes. Que persiguen la unidad y afrontan el ideario de
libertad, igualdad y fraternidad, solo y como siempre, frente a sus propios
intereses, que no son los nuestros, nunca lo fueron, auténticos piratas al servicio de un reino,
el económico; estos piratas, lejos del romanticismo en que se ha envuelto siempre
este concepto, son bandidos que saquean
nuestra dignidad, nuestras ilusiones...
Los grandes traficantes financieros operan con total impunidad
al amparo del libre mercado, en eso consiste su concepto de libertad, en el
dominio absoluto de una reducida oligarquía, mientras nosotros siervos, somos
el pilar sobre el que sustentan su mundo nuevo o no.
Unos tulipanes tuvieron la culpa, haciendo un poco de
historia curiosa, recuerdo una anécdota que relato mi profesor de ciencias: situémonos
en la Holanda de siglo XVII, aquí, el capitalismo moderno dio sus primeros
pasos, el tulipán se convirtió durante el primer tercio del siglo XVII en un
objeto de veneración para los ciudadanos holandeses. Fue una de esas extrañas
modas, tan corrientes en la época actual, que prendió casi repentinamente. El
hecho es que, a partir de 1630, el
esnobismo de los primeros momentos comenzó a adquirir tintes de pura y simple
especulación. Cada día era mayor el
número de personas deseosas de adquirir ejemplares de ese bulbo, aunque ya no
por razones decorativas, sino con el propósito de venderlos a un precio
superior, no tardando en desarrollarse en torno a los tulipanes un auténtico
mercado bursátil en el cual participaban individuos de todas las condiciones
sociales. Las Bolsas de las principales ciudades holandesas se convirtieron así
en el escenario de transacciones en las que se pagaban miles de florines por ejemplares
de tulipán que, convertidos ya en un valor abstracto, al modo de las acciones
actuales, nadie había llegado a ver, ni el comprador, ni el vendedor, ni mucho
menos el agente bursátil. La histeria especuladora fue en aumento, impulsada
por el hecho de que, como en todo negocio de esa índole, el incremento
injustificado y vertiginoso de la cotización hizo que, en un principio, todo el
mundo obtuviera beneficios. Claro que, al final, acabó ocurriendo lo inevitable
en todo proceso de especulación montado en torno a un objeto carente de valor
intrínseco, y cuya estimación resulta ser puramente ficticia. Al vertiginoso
ascenso de los precios le sucedió una caída más vertiginosa aún, lo que supuso
la bancarrota absoluta.
El episodio referido no fue sino un claro antecedente de
lo que poco después, ya en la Inglaterra del siglo XVIII, habría de
desarrollarse plenamente bajo la fórmula del Mercado de Acciones o Bolsa de Valores.
Una fórmula, sobra decirlo, de plena actualidad.
No, no piensen que me he perdido, hoy, los tulipanes van
a costarnos a los españoles, cien mil millones de euros, justo lo que se
necesita, eso dicen, para el saneamiento de la banca española, una banca que curiosamente,
obtuvo dos mil setecientos millones de euros de beneficios, en el primer
trimestre de este año, lo que viene a significar, que había vendido y cobrado
todos los tulipanes, algo ha debido pasar con la cosecha.
Naturalmente Europa responde a la llamada de socorro, e
impone sus condiciones para ayudar a esa banca "enferma" y el
gobierno, esa banda de criminales a gran escala, recuerdan, acata las órdenes
del jefe, entre las que se cuenta, subir los impuestos indirectos, es decir, el
IVA, eso que pagamos todos; mas que un rescate yo diría que es un abordaje
al más puro estilo corsario de siglos
pasados.
Ustedes y yo vamos a pagar las consecuencias de, siendo benévolos,
la mala gestión de unas entidades que nunca han tenido un carácter público y que de pronto, su mal funcionamiento pasa sin
saber muy bien por qué, a formar parte de nuestras preocupaciones diarias. A nosotros,
nadie nos ayuda a pagar la luz, el agua, la casa, el colegio de los niños,
nuestros ratos de ocio, debemos trabajar duro para poder cubrir esas necesidades
propias de la vida y cuando no llegamos, nos vemos, sin luz, sin agua, y son
esos mismo bancos entidades privadas, libres en una sociedad donde se practica
el libre mercado, los que nos echan de nuestras casas, con desahucios carente
de moral, los que dejan de prestarnos dinero por no ser viables, los que
cierran sus puertas a la hora de arrimar el hombro, esos bancos están además,
dirigidos, por hombres que llegan a cobrar hasta un millón de euros mensuales y
todo, en el mejor de los casos, por
hacer mal su trabajo y claro, yo como ustedes,
me pregunto ¿por qué?, ¿por qué debo ayudar a solventar un problema que nunca
fue mío? ¿A cambio de qué, nuestro gobierno, nos exige este sacrificio? Si un banco me presta dinero, me cobra un alto
interés a la hora de devolverlo, ¿por qué yo debo regalarles el mío?
El cesar siente que está cada vez más cerca de esa unidad
soñada, se siente a gusto entre tulipanes de mentira, quizá debamos empezar a
plantar tulipanes que sean nuestros, enteramente nuestros...
A.M.G ( 2012 )
Cuanta razòn arrojas en tu artìculo,¿ pero que le està pasando a esta sociedad?...volveramos a estarnos quietos y callados con un gobierno que nos ha mentido desde el principio....No lo entiendo..
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu artìculo.
un saludo
fus
¡Excelente artículo! Saludos.
ResponderEliminartulipanes solo nuestros! Bravo Cesar!
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